lunes, 23 de noviembre de 2009


La escuela, clave en la lucha contra el sedentarismo

La escuela, clave en la lucha contra el sedentarismo

Demuestran que una a dos clases adicionales de educación física bajan el riesgo de obesidad

Las clases de educación física han demostrado ser una herramienta clave para comenzar a revertir el avance de la obesidad y el sobrepeso entre los chicos argentinos. Sumar unas pocas horas de educación física a la semana y aumentar la intensidad de éstas son lo que sugieren dos recientes estudios realizados en escuelas porteñas y bonaerenses.


"Hallamos que de una a dos clases extra de educación física a la semana son suficientes para mejorar la capacidad física de los chicos, así como para mantener en ellos una proporción adecuada de tejido adiposo y tejido muscular. O, en otras palabras, para ayudar a reducir el sobrepeso", dijo a LA NACION el licenciado en actividad física y deporte Carlos Siffredi, director del Club de Amigos.

Siffredi codirigió un estudio realizado con el apoyo de Coca-Cola en el Municipio de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, en el que se evaluó cuál fue el impacto en 400 chicos de entre 9 y 12 años de sumar clases extracurriculares de educación física.

"A la mitad de los chicos, les dimos más clases de educación física, mientras que a la otro mitad simplemente los evaluamos -contó Siffredi-. El programa duró dos años y una vez finalizado comparamos entre ambos grupos nueve variables relacionadas con el desarrollo físico y motor que habían sido medidas al comienzo del estudio."

El resultado fue sin lugar a dudas positivo: de las nueve variables relacionadas con la fuerza, la velocidad y agilidad, la flexibilidad y la resistencia aeróbica, siete presentaron diferencias significativas en favor de los chicos que habían recibido clases adicionales de actividad física.

"Mejoró su desarrollo físico y motor, pero también encontramos una reducción del 21% del tejido adiposo [grasa corporal] entre los chicos que habían tenido un estímulo sistemático en su actividad física", resumió Siffredi.

¿En qué consistió la actividad física extra que logró tal diferencia? "Agregamos tres clases semanales de actividad física, de 90 minutos cada una, en la que los chicos hacían actividades que implicaban correr, saltar, balancearse o girar, entre otras, pero en las cuales la estrategia central era siempre el juego. Luego venía un bloque de deportes: fútbol, básquet, voley o handball."

Vale aclarar que las actividades extracurriculares eran voluntarias y que los participantes asistían a entre una y dos clases extra semanales. "El promedio fue una clase y media extra, y eso fue suficiente: los resultados están a la vista", dijo Siffredi, para quien "el ámbito escolar es un excelente lugar para incrementar la actividad física, ya que el 96% de los chicos en edad escolar están escolarizados. Haciendo un programa de actividad física desde la escuela nos aseguramos que llegue a la inmensa mayoría de la población".

Las clases de educación física pueden hacer mucho en la lucha contra la epidemia de obesidad que afecta al planeta entero, incluida la Argentina. Sin embargo, su utilidad no parece ser aprovechada.

Un estudio realizado por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni) halló que sólo el 30% de la actividad física de moderada a vigorosa de los chicos de 11 a 12 años de colegios porteños y bonaerenses tiene lugar dentro del colegio.

"Lo que se recomienda es que al menos el 50% de esa actividad física se realice dentro de las escuelas", dijo el doctor Sergio Britos, director saliente de Cesni y coautor del estudio que se basó en el uso de dispositivos (acelerómetros) que miden la intensidad de los movimientos.

"El estudio también halló que los chicos son más sedentarios durante los fines de semana que durante los días de semana", agregó Britos, para quien las clases de educación física son un buen lugar para incentivar la actividad física, pero no el único.

"Hay que estimular el movimiento no estructurado y espontáneo, y los recreos son un buen lugar, aun cuando los maestros traten de que los chicos no se muevan en las recreos."

Investigaciones de Cesni y Club de Amigos
Sebastian A. Ríos
LA NACION
www.lanacion.com


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martes, 10 de noviembre de 2009


Correr en el maratón y en la vida

Correr en el maratón y en la vida

Las pruebas atléticas y los maratones ya son rutina de muchos. Sería ideal que los valores de la salud y el deporte se difundieran en las escuelas, sobre todo en las más pobres, para lograr un desarrollo integral de todos y desde chicos.


La actividad física es por naturaleza positiva; sin embargo, sus beneficios no son automáticos ni mágicos. Demanda varios requerimientos esenciales, los que frecuentemente no son tomados en consideración con la rigurosidad necesaria: estricto control médico, dieta ajustada al esfuerzo y al tipo de ejercicio a realizar, hidratación adecuada y descanso acorde.

Las pruebas atléticas, los maratones y los medios maratones se han hecho moneda corriente en la Argentina. Intentemos la mirada desde una óptica menos transitada, con el propósito de contribuir a arrojar claridad sobre esta actividad física intensa que se vincula directamente con la salud.

Padecemos la ausencia de valores trascendentes y han aparecido negocios que se encubren en supuestos beneficios para las personas. Por ejemplo, el de la infancia, que somete a los niños y a las familias a un bombardeo consumista permanente. Los tradicionales y olvidados juguetes de la sencillez y la creatividad -que daban rienda suelta a la fantasía- han sido reemplazados por "imprescindibles" elementos electrónicos, avasallando la invitación al disfrute compartido.

En muchos campos la Argentina se ha convertido en un ejemplo de lo que habría que evitar ser y hacer. La perimida y pueril picardía criolla nos ha encaminado a aceptar la farsa y el autoengaño como hilo conductor que expone con fatal contundencia los fracasos recurrentes a los que asistimos con estupor. Nos desafía un reto: la construcción de un nosotros, estadio superador del individualismo crónico que nos obtura el anhelado encuentro como nación.

La actividad física y el deporte son bienes sociales. Tienen que estimularse desde la infancia. Se trata de experiencias que deben contribuir a la creación de comunidad. Es decir, son gregarias. La sana competencia en el deporte es un medio que ayuda a la socialización, la cooperación y el respeto mutuo, en oposición a la racionalidad que la asimila al mero enfrentamiento de fuerza y habilidad.

La aparición de marcas deportivas apoyando las pruebas atléticas tendría, desde una visión no exenta de ingenuidad, un efecto positivo porque rescata los atributos de la actividad física. También su contracara: el marketing destinado a promover los productos, que en realidad sería su única motivación real y sin bucear en los riesgos inherentes a la salud de no adoptarse las previsiones antes señaladas.

Lo mismo sucede con las empresas de distintos rubros que buscan visibilidad sin importar demasiado el medio. Puede ser una prueba atlética, una competencia automovilística, un partido de polo o un festival de rock. No hay que obviar el análisis severo acerca de la invasión de la publicidad y las distorsiones que genera.

Por otra parte, es ciclópeo el esfuerzo para encarrilar la dañada educación en el país. Se requiere la grandeza generalmente opacada en nuestra dirigencia. Debería privilegiarse una educación rica para los pobres o empobrecidos. Al hablar de riqueza lo decimos contemplando todos los aspectos: contenidos curriculares, instalaciones, equipamiento, tecnología, incorporación de idiomas y estímulos a distintas expresiones del arte. Igualmente, docentes reconocidos por su nivel y a quienes se les exijan resultados medibles y se los retribuya de manera digna. La educación es el camino a la libertad y a la autonomía como personas.

Ante este panorama, cabría preguntarnos: ¿por qué el mismo énfasis que se pone en las pruebas atléticas no se lo reserva, con un enfoque estratégico, para fomentar la actividad física y el deporte en las escuelas, en especial las localizadas en zonas de mayor vulnerabilidad? Claro, habría menor exposición mediática que la puesta en escena en Palermo o Puerto Madero. Sin embargo, tendría un efecto educativo y de hábitos culturales fenomenales.

El deporte, en la escuela secundaria, encarado con la seriedad hoy ausente, podría ser un factor de retención. Las estadísticas indican que en América latina, sólo tres de cada diez jóvenes pobres concluyen la escuela secundaria. Clara muestra del fracaso de la ingeniería social y la ética.

Vivimos en una sociedad centrada en el presente y con escasa voluntad de trascender hacia el futuro. ¿Será para refugiarnos de la amenaza de ese futuro que sólo nos promete la impredecibilidad? Es tiempo de reaccionar.
Por: Norberto Rodríguez
Fuente: SECRETARIO EJECUTIVO DE LA ASOCIACION CRISTIANA DE JOVENES / YMCA
http://www.clarin.com.ar/


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